¿Te has preguntado si tu vida depende de la abundancia de bienes o hay algo más que esto?
El Señor Jesús, Maestro de vida nos da una lección sabia y a la vez necesaria para nuestros tiempos.
En efecto, en este frenesí de adquirir cosas, bienes, dinero o aparatos y alcanzar metas, caemos en la tentación de acumular cosas, llegando en algún momento hasta debatirnos por ellas.
La mercadotecnia nos envuelve de tal modo que buscamos lo más sofisticado, pensando que con la adquisición de bienes alcanzamos ya la felicidad. Más aún la mercadotecnia toca las fibras más finas de la soberbia y vanidad, haciéndonos creer, que los bienes o dinero nos hacen más importantes ante las demás personas o familias. Entonces nos preguntamos: ¿Dónde está, pues, la persona, el ser, la identidad por la cual el Señor Jesús dio su vida por nosotros?
Más aún se siente que estamos al servicio de cosas y no las cosas al servicio de la persona.
Jesús nos propone algo mucho más grande que las cosas o bienes con un simple ejemplo; nos narra (Lc 12:13-21) “un hombre rico obtuvo una gran cosecha y se puso a pensar: ¿Qué haré porque no tengo ya en donde almacenar la cosecha? Ya sé lo que voy hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podre decirme: ya tienes bienes acumulados para muchos años: descansa, come, bebe y date a la buena vida. Pero Dios le dijo. ¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes? Lo mismo le pasa al que le amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios”.
¿Qué te parece? ¿Es correcto lo que Jesús nos comenta aun cuando sea diferente a lo que vivimos? ¿Crees que vale la pena releer este texto para descubrir el más allá? Reza un dicho latino: para algo más importante has nacido.
Busca, pues la riqueza espiritual para tu persona y familia y recuerda que donde está tu tesoro allí está tu corazón y ten en cuenta que las cosas son solo herramientas y buscan quien las maneje. ¡Con agrado te comparto!
Pbro. José Medina Montoya
Casa San José