«El Señor da vigor al fatigado”.

 “¿Con quién me van a comparar, que pueda igualarse a mí?”, dice el Dios de Israel. Alcen los ojos a 1o alto y díganme quién ha creado todos aquellos astros. Él es quien cuenta y despliega su ejército de estrellas y a cada una la llama por su nombre; tanta es su omnipotencia y tan grande su vigor, que ninguna de ellas desoye su llamado.

¿Por qué dices tú, Jacob, y lo repites tú, Israel: “Mi suerte se le oculta al Señor y mi causa no le preocupa a mi Dios”? ¿Es que no lo has oído? Desde siempre el Señor es Dios, creador aun de los últimos rincones de la tierra. Él no se cansa ni se fatiga y su inteligencia es insondable.

Él da vigor al fatigado y al que no tiene fuerzas, energía. Hasta los jóvenes se cansan y se rinden, los más valientes tropiezan y caen; pero aquellos que ponen su esperanza en el Señor, renuevan sus fuerzas; les nacen alas como de águila, corren y no se cansan, caminan y no se fatigan. 

Muchos de nosotros esperamos con ansia las vacaciones, y desearíamos ir a lugares paradisíacos: playas, bosques, lugares de recreo, sitios históricos, etc. A veces, esos sueños se hacen realidad, de acuerdo a las posibilidades económicas del soñador…sólo que, al regresar, desearíamos un tiempo adicional para “descansar de las vacaciones”.  El tiempo que prometía ser de reparación de las fuerzas perdidas y de las tensiones de la vida cotidiana, se convierte en un período lleno de emociones agotadoras.   ¡No hubo descanso!    Hoy, la Palabra de Dios nos revela su designio maravilloso:  “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio…” Jesús no nos invita a que dejemos de lado nuestras ocupaciones para sumirnos en un letargo pasivo e indolente, sino a que aceptemos su “yugo”, es decir, su dirección amorosa que implica mansedumbre y humildad .  Dejar de creer que lo podemos hacer todo, o saberlo todo, para reconocer nuestros límites, acercarnos a quien puede ayudarnos y aceptar los designios de Dios, que siempre son de paz y equilibrio restaurador de nuestras flaquezas. Por eso, Jesús añade:  “…porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.

ORACIÓN.

¡Señor, ayúdanos a poner en tus manos todas nuestras preocupaciones y cargas que nos agobian!

¡Ayúdanos a reconocer que somos limitados y que no podemos hacerlo todo, y que tampoco lo sabemos todo….que no somos “omnipotentes”.

¡Concédenos la gracia de aceptar el descanso que Tú nos ofreces, imitándote a Ti

i, y asumiendo tu yugo, suave y ligero!

COMPROMISO.

Revisar mis horarios, programas y tareas a las que me someto todos los días.

¿Implican tiempo para tomar oportunamente los alimentos?

¿Me dejan tiempo para convivir con familia y amigos?

¿Tengo oportunidad para atender mi salud física y espiritual?

¿Dedico tiempo al deporte, a la lectura, a cultivar algún pasatiempo?

¿Dedico tiempo a la oración y a la meditación de la Palabra de Dios?

¿Cuántas horas puedo descansar y dormir?

¿Qué debería cambiar?

Pbro. Enrique Maldonado

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