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VOCACIÓN

Si pudiera, mi dulce Señor, buscaría la escalera al cielo para encontrarte en tu pedestal prisionero del madero. Si pudiera, te quitaría la corona, la de espinas, la que ciñe tus sienes, la de la ignominia, la corona que sentencia a los inocentes, la de la maldad, la corona de la insensatez . Si pudiera, desaparecería esa corona de dolor y de muerte o cuando menos la volvería inofensiva quitándole una a una las espinas, para que ya no hiera, para que no derrame sangre y deje de ser el símbolo de la tragedia. Si pudiera, señor, te pediría que me dejaras curar tus llagas, suturar tus heridas, drenar tus hematomas, como lo he hecho durante muchos años con mis pacientes. Si pudiera, me aprestaría a desbridar de tus manos y tus pies los clavos que te tienen atado a esa cárcel y entonces suplicarte que vuelvas a peregrinar en los caminos y te quedes con nosotros. Aquí y ahora; aquí, allá y en todas partes. No hay lugar en que tu presencia no sea necesaria, haces falta a cada paso, el encuentro cotidiano y continuo reconforta y alienta. Entonces, si pudiera, no me cansaría de implorar vuelvas tu mirada a todos los campos de batalla en los que se da la tremenda lucha, cuerpo a cuerpo, de persona a persona, del equipo de salud y enfermos contra el invisible y devastador enemigo. Otra vez una corona de espinas. El escenario de la conflagración se da desde los consultorios, los hospitales, las salas de urgencias y las unidades de terapia intensiva, en las que los ejércitos de ángeles en lugar de alas tienen batas, cubrebocas, gorros y guantes, aliados para la defensa y el ataque con la ciencia y la tecnología.

Sin duda, si pudiera, mi ruego sería que tu espíritu llene esos espacios, los envuelva y proteja. Si pudiera, esperaría el milagro de que resucites la fe, tanto en la ciencia como en los hombres, de que calmes las aguas en la tormenta para disuadir el miedo y manejar el inevitable temor de la incertidumbre. Si pudiera, me hidrataría con el agua viva de tu manantial, para mantener la energía de las agobiantes jornadas de trabajo. Si pudiera, desearía que tu luz siempre llegue oportuna para iluminar el camino que debo tomar en el ejercicio de la medicina, para no
hacer daño y sanar a mis pacientes.
Si pudiera, asomarme a tu mente, para entender que la vida y la muerte no son solo el triunfo y la derrota, sino la materialización del amor al prójimo tejido con misericordia y servicio para poder aceptar la voluntad que viene de lo alto. Si pudieran, no perdería la esperanza.
Si pudiera, no renunciaría a mi vocación. Si pudiera, Señor mío, volvería acudir al llamado…

“EN MEMORIA DE TODOS LOS TRABAJADORES DE LA SALUD, EN EL MUNDO, QUE HAN SACRIFICADO SUS VIDAS LUCHANDO CONTRA LA PANDEMIA, Y EL MAYOR RECONOCIMIENTO A TODO EL PERSONAL SANITARIO QUE HEROICAMENTE SIGUE EN LA BATALLA”


Vengan benditos de mi Padre…porque estuve enfermo y me visitaron …
                                                                                                            Mt 25,31-46


CDMX, 31 de marzo
Autor: Dr. José Sáchez Chibrás

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