¡Eres discípulos de Jesús!

Aplícate a mejorar tu ambiente

¡Es admirable la respuesta que Jesús da a los escribas y fariseos, respeto a la mujer sorprendida en adulterio!

No viola la ley de Moisés, ni permite que se castigue cruelmente a la mujer.

Del corazón de Jesús brota, según los pasajes bíblicos un gran respeto por la persona y un amor por los pecadores.

Desgraciadamente no es así entre nosotros, sus discípulos: en el presente nuestro ambiente respira mentiras, fraudes, violación a la ley y ésta no se aplica con justicia y menos aún con misericordia.

Todo esto en nuestros tiem1pos parece normal; sin embargo, las consecuencias son funestas. Existe desorden en la familia, en el trabajo y en la sociedad.

Constatamos que falta formación humana en los hogares, en el ámbito laboral y social; con frecuencia se mete zancadilla al vecino para tirarlo y para seguir buscando escalafones.

Es de admirar los criterios humanos y a: “No juzgues y no serás juzgados; no critiques y no serás criticado; no condenes y no serás condenado”. ¡Con la vara que midas, se te medirá!

El libro de los salmos en el número 100, agrega: “Al que en secreto difama a su prójimo lo haré callar; no habitará en mi casa quien comete fraudes; el que dice mentiras no durará en mi presencia”. Y algo muy relevante de nuestro Año Jubilar: “Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia”. “Yo no quiero la muerte del pecador sino que se convierta y viva”.2

Así se expresa Jesús de un modo contundente. Estas enseñanzas nos invitan a cambiar nuestra forma de vida.

Somos discípulos y estamos llamados a admirar y a ser vida esa doctrina del Maestro de vida, Cristo Jesús.

Nosotros tampoco podríamos tirar la primera piedra, pues estamos manchados por el pecado. ¡Qué bien nos cae la palabra: Convierte y cree en el Evangelio de Jesús!”.

 

Pbro. José Medina Montoya

Casa San José

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