¿EXISTEN HOMBRES COMO EL CENTURIÓN CORNELIO, AMANTE DE DIOS Y DE SU PRÓJIMO?

La Iglesia nos recuerda las palabras del Centurión Cornelio, el cual con verdadera fe, pide a Jesús la salud de su siervo con las palabras conocidas que pronunciamos en la Eucaristía en el momento de la comunión: “Señor, yo no soy digno que vengas a mí, pero una sola Palabra tuya bastará para sanarme”.
Jesús, como hemos escuchado del evangelista San Lucas, ha venido como salvador de todos los hombres y ha declarado que su salvación es universal, que su Palabra quiere llegar a todos y no quiere que nadie se pierda.

Sin embargo para realizar esta obra primaria necesita de una sola cosa: La fe, como la vivió el Centurión romano que creyó que Jesús, el Hijo de Dios, era capaz, de dar la salud a su siervo.

Todos se maravillaron al descubrir de inmediato la salud de este siervo con todos los detalles de la narración. También parece importante comentar los movimientos por parte del Centurión y los actos de humildad para pedir la salud de su siervo.
Tan notorio es a los ojos de Jesús que exclama: “No he encontrado una fe tan grande en Israel como la que encuentro en este hombre que tiene autoridad, medios y no obstante, busca el bien de los suyos con verdadero espíritu de persona y de servicio.

Algo similar acontece con la parábola del buen samaritano, que con el anhelo de la del hombre herido que encontró en el camino, realiza varios actos que exaltan el verdadero amor por el prójimo.

La fe es pues, la virtud que Dios nos ha regalado desde el día de nuestro bautismo. Es la oportunidad para vivir en comunión con Dios y aumentar esta fe que depende de nosotros, a tal grado que como los apóstoles que compartían su vida con Jesús, podemos exclamar: “Señor aumenta nuestra fe. Solo la fe puede cambiar la visión de la vida de los hombres. Solo la fe es capaz de mover montañas. Si perdemos la fe perdemos el sentido orientador de la vida”.

Además la virtud de la humildad va de la mano con la virtudes teologales: la fe, esperanza y caridad cuando se practican, reconociendo con justa razón que nuestra existencia es bondad de Dios.

Es de nobleza de nuestra parte pues, agradecer a Dios, y recibir con bondad lo que nos prodiga y compartir con humildad el bien con nuestros hermanos.
¡Que hermoso es descubrir con el evangelio de cada Domingo, la Persona de Cristo tan elocuente con un rostro alegre y generoso! Su amor por el hombre no tiene limites.

¡Aprovechemos este tiempo para crecer como personas, como familia y sociedad en un serio amor a Dios y un generoso servicio a nuestros semejantes!
Te sugiero consultes la parábola del buen samaritano que se halla en San Lucas 10,30-7 y descubre la caridad y humildad al servicio del prójimo.

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