¿Habrá en la tierra algo más noble que la oración?
Reflexionando acerca del tema de la oración, el Señor nos dice: “pide y se te dará; toca y se te abrirá; buscas y encontrarás”
Dios nos invita a la oración, es decir a la relación y comunión con la Divinidad de un modo claro, esperanzador y coloquial.
En otra parte de los Evangelios el Señor abiertamente nos dice ¿Qué quieres que haga por ti?
¿Habrá un lenguaje tan directo de amor en estas expresiones del Señor para nosotros, sus hermanos?
El Señor nos exhorta a orar con perseverancia y para que no nos quede la menor duda nos da un ejemplo (Lc 18: 1-8) de aquel hombre que en una hora inoportuna pide ayuda al hombre que está en su casa descansando con sus hijos, el cual le responde que no hará nada por él y por su familia. Pero debido a su insistencia, le concede lo que le pide.
Y la parábola comenta: ¿Como Dios no hará algo por ti, cuando le pides tu salud material y espiritual o los bienes interiores de los tuyos?
Es curioso, el hombre pide muchos favores a Dios, pero no le pide lo más importante, que consiste en ser un hombre de bien y aprovecha todo lo que el Señor le ha proporcionado para crecer como persona y familia.
Veamos algún aspecto de la oración personal y comunitaria:
La oración no es sólo rezar para pedir favores materiales.
La oración no es un desahogó, desesperación o llanto
La oración no es traer una lista de necesidades y ponerlos en el altar
La oración no es usar de los santos para obtener favores.
En cambio: la oración es una actitud que nace de la admiración de cómo Dios se preocupa por nosotros.
Nos escucha, habla a nuestro interior, nos consuela y a su debido tiempo nos concede lo que pedimos si es para nuestro bien.
– La oración es dejarnos cuestionar por Dios con respecto a nuestra vida; nos corrige los errores y aprueba lo que está bien para animarnos a seguir creciendo.
– La oración es cantar, bendecir y alabar lo que Dios hace por nosotros, por la naturaleza, por los campos de la ciencia y la tecnología. Es reconocer el potencial que traemos para ponerlo en las manos de Dios y realizar el bien.
– La oración es aprovechar los libros, los folletos impresos de oraciones que hemos aprendidos de niños y darle el sentido de comunión con Dios y con los santos, valiéndonos del ejemplo de los mismos para ser mejores personas.
– Pero la oración por excelencia es la Eucaristía, a través de la cual entregamos nuestra vida al Creador, por medio de Cristo nuestro mediador y en Él, depositamos nuestra vida en el altar, para que junto con Cristo seamos víctimas que se ofrece por la humanidad. Además, la Eucaristía no es sólo una oración personal sino la oración más bella comunitaria ya que somos el pueblo de Dios que alaba y con humildad pide perdón y promete aprovechar la fuerza del espíritu para realizar la fraternidad de la familia de Cristo en la tierra.
Te deseo que seas un hombre de oración, siguiendo el ejemplo de san Agustín el cual decía; el que reza se salva.