¿Un cristiano puede ser piedra de tropiezo o contradicción y a la vez fuente de paz?

A primera vista el enunciado del mensaje parece enigmático de entender, pero analizando la vida de Jesús resulta claro.

Efectivamente, Jesús desde el principio de su vida fue signo de contradicción, por ser el hombre íntegro y coherente:
– Siendo rico, nació y v1ivió en la pobreza.
– Ocultó su Divinidad y se mostró como un hombre normal.
– Fue fiel a su vocación y misión de Profeta, Sacerdote y Rey.
– En los milagros que realizó no le gustó que lo aclamaran.
– Se hizo pasar por el Siervo de Yahvé.
– Rechazó abiertamente el mal, el pecado y sin embargo tuvo misericordia al pecador.

– Fue el más generoso de los hombres, buscó apasionadamente la gloria del Padre.
– Sus predilectos fueron los pobres, los niños, los enfermos y los pecadores.
– Aceptó libremente el sufrimiento y murió en una cruz.
¿A caso todo esto no es un signo de contradicción?

La actitud del justo resulta molesto al malvado (Sal 68)
Ahora nosotros, sus discípulos, ¿por ventura no estamos llamados a repetir el mismo patrón?
El mismo Jesús en su vida pública nos exhorta a seguir su ejemplo muriendo a las cosas del mundo y siendo piedras de tropiezo, cuando dice: “Ustedes están en el mundo pero no son del mundo”. “Mi paz les dejó, mi paz les doy, pero no se la doy como la da el mundo”. “Si desean ser vistos como mis discípulos, ámense unos a otros como yo les he amado”. “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”. “Bienaventurados los que buscan la paz, pues serán llamados hijos de Dios”. (Mt 5,9).
¡Toda esta doctrina es ocasión para que el mundo nos critique y nos rechace!
Pero esto no tiene que preocuparnos mientras, nuestra lucha sea para extirpar el pecado y la maldad del mundo como realidad permanente.
Seamos como nuestro maestro, coherentes haciendo el bien y nuestra mayor recompensa será la compañía de la virtud de la paz la cual es uno de los frutos del Espíritu Santo. Ese Espíritu Santo enviado por el Padre y Jesucristo para atraer a la tierra el fuego divino que enciende los corazones en el amor a Dios y al prójimo y trabajando por romper con las injusticias y deshonestidad de vida.
¡Este año jubilar de la misericordia es propicio para el cambio de vida según el ejemplo y el Espíritu de Jesucristo!

Pbro. José Medina Montoya

Casa San José

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