Sacerdocio
«El Señor da vigor al fatigado”.
“¿Con quién me van a comparar, que pueda igualarse a mí?”, dice el Dios de Israel. Alcen los ojos a 1o alto y díganme quién ha creado todos aquellos astros. Él es quien cuenta y despliega su ejército de estrellas y a cada una la llama por su nombre; tanta es su omnipotencia y tan grande su vigor, que ninguna de ellas desoye su llamado.
¿Por qué dices tú, Jacob, y lo repites tú, Israel: “Mi suerte se le oculta al Señor y mi causa no le preocupa a mi Dios”? ¿Es que no lo has oído? Desde siempre el Señor es Dios, creador aun de los últimos rincones de la tierra. Él no se cansa ni se fatiga y su inteligencia es insondable.
Él da vigor al fatigado y al que no tiene fuerzas, energía. Hasta los jóvenes se cansan y se rinden, los más valientes tropiezan y caen; pero aquellos que ponen su esperanza en el Señor, renuevan sus fuerzas; les nacen alas como de águila, corren y no se cansan, caminan y no se fatigan.
Muchos de nosotros esperamos con ansia las vacaciones, y desearíamos ir a lugares paradisíacos: playas, bosques, lugares de recreo, sitios históricos, etc. A veces, esos sueños se hacen realidad, de acuerdo a las posibilidades económicas del soñador…sólo que, al regresar, desearíamos un tiempo adicional para “descansar de las vacaciones”. El tiempo que prometía ser de reparación de las fuerzas perdidas y de las tensiones de la vida cotidiana, se convierte en un período lleno de emociones agotadoras. ¡No hubo descanso! Hoy, la Palabra de Dios nos revela su designio maravilloso: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio…” Jesús no nos invita a que dejemos de lado nuestras ocupaciones para sumirnos en un letargo pasivo e indolente, sino a que aceptemos su “yugo”, es decir, su dirección amorosa que implica mansedumbre y humildad . Dejar de creer que lo podemos hacer todo, o saberlo todo, para reconocer nuestros límites, acercarnos a quien puede ayudarnos y aceptar los designios de Dios, que siempre son de paz y equilibrio restaurador de nuestras flaquezas. Por eso, Jesús añade: “…porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.
ORACIÓN.
¡Señor, ayúdanos a poner en tus manos todas nuestras preocupaciones y cargas que nos agobian!
¡Ayúdanos a reconocer que somos limitados y que no podemos hacerlo todo, y que tampoco lo sabemos todo….que no somos “omnipotentes”.
¡Concédenos la gracia de aceptar el descanso que Tú nos ofreces, imitándote a Ti
i, y asumiendo tu yugo, suave y ligero!
COMPROMISO.
Revisar mis horarios, programas y tareas a las que me someto todos los días.
¿Implican tiempo para tomar oportunamente los alimentos?
¿Me dejan tiempo para convivir con familia y amigos?
¿Tengo oportunidad para atender mi salud física y espiritual?
¿Dedico tiempo al deporte, a la lectura, a cultivar algún pasatiempo?
¿Dedico tiempo a la oración y a la meditación de la Palabra de Dios?
¿Cuántas horas puedo descansar y dormir?
¿Qué debería cambiar?
Pbro. Enrique Maldonado
Reflexiones, Sacerdocio
San Antonio de Padua.
San Antonio de Padua, es el santo de los milagros, de acuerdo con la devoción popular, pues encuentra buen marido a la joven casadera que no halla, y descubre las cosas perdidas a sus devotos; pero, mil veces más importante que todo esto, es el testimonio que durante su vida brindó a los fieles, un testimonio de plena entrega al servicio del Evangelio. Fernando, tal era su nombre de bautismo, nació en la ciudad de Lisboa, en Portugal. Apenas cumplió los 15 años, resolvió seguir a Cristo en la Orden de los Canónigos de San Agustín, con quienes se inició en la vida religiosa, hizo sus votos y, finalmente, se ordenó sacerdote. El año 1220, pasaron por su monasterio de Coimbra, algunos franciscanos que llevaban consigo las reliquias de sus primeros mártires, sacrificados para el Señor en Marruecos. Fernando se sintió electrizado al contemplar aquellos sangrientos restos. Pidió y obtuvo pasarse a la Orden recién fundada por Francisco de Asís. Logró asimismo ir desde luego a misionar al norte de África, mas apenas llegado a las costas africanas, enfermó gravemente. Se vio forzado a emprender el viaje de regreso a su patria; pero la nave que lo llevaba a Portugal, sorprendida por furiosa tempestad, fue a dar a las costas de Sicilia. El buen clima de la isla devolvió la salud al fraile Antonio, que tal era el nombre que había recibido al revestir el Sayal franciscano.

Antonio fue entonces destinado a morar en el eremitorio de Montepaolo, cerca de Forli. Allí vivió en retiro entregado a la contemplación y al estudio, hasta que un día predicó de repente, por obediencia, sin previa preparación, un sermón tan rico en doctrina y tan conmovedor, que al punto los superiores, lo destinaron a la predicación. Desde entonces, Antonio recorrió la Italia central y la parte norte, así como parte de Francia, provocando numerosas conversiones.
Nuestro santo, no vivía para sí, sino para socorrer, con la palabra viva del Evangelio, a toda clase de cristianos. Su palabra, como la de San Pablo, no era según la humana sabiduría, sino que se fundaba sobre el poder de Dios, que confirmaba sus discursos con espléndidos milagros.
Nuestro gran santo, para la mayor gloria de Dios, se consagró totalmente al ejercicio de la caridad hacia sus semejantes, y por esto, con mucha razón su memoria vive en bendición. Terminaré con las palabras tan conmovedoras de uno de tantos sermones del gran santo: «Cesen por favor, las palabras, y sean las obras las que hablen. Estamos repletos de palabras, pero vacíos de obras, y por esto el Señor nos maldice, como maldijo aquella higuera en la que no halló fruto, sino hojas tan sólo». «La norma del predicador dice San Gregorio: es poner por obra lo que predica». En vano se esfuerza en propagar la doctrina cristiana, el que la contradice con sus obras. Aquí tienen en breve la vida, virtudes y ejemplos de nuestro santo. Justo es, pues, que celebremos hoy la memoria de quien tanto se distinguió, al grado de ser amado de Dios y de los hombres, de una manera especial. Imitemos a nuestro santo Patrono; él mismo nos hace la invitación por boca de san Pablo: «Sean mis imitadores, como yo lo soy de Cristo…» Imitadores en sus virtudes y ejemplos.

Realmente, si han venido a honrarle, ha sido también con el deseo de imitarlo para bien de su alma. Acudamos, pues, a él, en este su día; arrodillémonos ante su bendita imagen y pidámosle que, por su intercesión, nos alcance de Dios la gracia y fortaleza que necesitamos para seguir luchando contra los enemigos de nuestra alma y de nuestro cuerpo; pidámosle, más que todo, nos alcance de Dios misericordia, para que ÉL nos perdone si en algo le hemos ofendido por nuestra falta de fe; por desprecios e ingratitudes, y prometámosle que, en adelante, nosotros seremos fieles imitadores suyos para poder alcanzar lo que le pedimos.
San Antonio de Padua: Aquí tienes a tus hijos, reunidos en este día; han venido llenos de regocijo, para honrarte, felicitarte y depositarte todos sus secretos: sus penas, enfermedades y amarguras de la vida y, por qué no, también sus alegrías por la satisfacción del deber cumplido. Atiende a las súplicas que te hacen, óyelas favorablemente para que, como intercesor que eres, tengas a bien llevarlas hasta el trono de Dios. No te olvides nunca de tus hijos, antes por el contrario, síguelos guiando por el sendero del bien, ya que a ti han sido encomendados: Dános tu bendición; protégenos siempre para que, tarde que temprano vayamos también a gozar de Dios por toda la eternidad.

Autor: Pbro. Alberto Fonseca Mendoza +2021
Residió en la casa sacerdotal
Sacerdocio
Fiesta de la Ascensión del Señor?
Al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, a quienes de un modo particular recordamos en este precioso tiempo pascual, en su nombre iniciamos un nuevo conjunto de reflexiones llamada la oración.
Oración que debe de ser para nosotros los creyentes el alimento de cada día, ya que como seres espirituales necesitamos la fuerza y la vida que nos ofrece la oración… Por ejemplo, la palabra aleluya que repetimos tantas veces en este tiempo pascual, es una oración sencilla y a la vez profunda. En efecto expresa la alegría que debe caracterizar al bautizado que ha experimentado por su fe que el maestro Jesús venció a la muerte y nos libró de todo pecado.

La expresión aleluya significa alabanza a Dios traducida en un grito de alegría, que nace de todo pecho que admira a Jesús. Aleluya que va dirigida al Padre a Jesucristo y al Espíritu Santo santificador para quienes existimos, nos movemos y somos.
El catecismo de la iglesia católica en la primera pregunta del texto afirma: ¿Para qué fuiste creado? Y responde: para conocer, amar y servir a Dios en esta vida y después verlo y gozarlo en la otra vida, por excelencia divina, pues solo Dios la comunica a quien la pide y desea.
Para gozar de este medio maravilloso que es la oración es necesario abrir el corazón con sencillez, alabar, bendecir y dar gracias al cielo por tantas cosas que recibimos.
Lo fundamental para convertirnos en hombres y mujeres de oración esta en convencernos que hay tiempo para todo, basta que nos organicemos y tomemos conciencia de que la oración es lo más importante de nuestra vida. Si somos capaces de pasar tanto tiempo en el celular, en la redes sociales y otros medios de comunicación ¿cómo no vamos a ser capaces de enfocar nuestra atención en la oración y meditar?

¡El querer es poder!
Convenzámonos que la oración es vital para nuestra vida. Recordemos que Jesús en su naturaleza de hombre siempre estuvo en comunicación con su Padre y en su oración mostró el amor que le tenía pues recordemos que Él nos ha hecho nacer con su resurrección a una nueva esperanza incorruptible.
Sí hermanos. Nos esperan cosas bellas al lado de Jesús, lo importante es, como dice el evangelio: “ser sencillos y humildes” como los niños, pues de ellos es el reino de los cielos.
Esta vida se acaba muy pronto… Aprovéchala ejercitándote para que llegar a ser hombres o mujeres de oración. Tengamos el corazón abierto a Dios y volvamos al camino que el mismo Cristo expresó tantas veces.; “yo soy el camino, la verdad y la vida”. Busquemos ese camino y seremos felices aún en esta tierra.

Autor de la reflexión:
Pbro. José Medina Montoya
Residente de la casa Sacerdotal, 82 años de edad y 60 años de ordenado.
Reflexiones
La caridad cubre la multitud de los pecados
¡Este es el primer día del triduo Pascual, día de grandes novedades!
Efectivamente, Jesús que conoce su vida de hombre, sabe que ha llegado el final, solo le resta su pasión, muerte y resurrección.
Para ello, prepara una cena con sus amigos, aquellos para quienes no tuvo secreto alguno, todo se los revelo.
“A ustedes ya no les llamó siervos sino amigos porque todo lo que mi Padre me ha confiado, yo se lo he participado”.
Estando, pues en el momento álgido del convivio les ofrece algo que jamás hombre alguno puede ofrecer: “Bendice el pan y les dice: coman, esto es mi cuerpo y enseguida toma la copa de vino y les dice: esta es mi sangre, bébanla”.
Esto, háganlo cada vez que me deseen recordar, “pues mi cuerpo es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que coma mi cuerpo y beba mi sangre tendrá vida eterna”.
Y a continuación les dio este poder a sus apósteles para que esto que él realizó ellos lo efectúen de generación en generación.
¡Qué sentimiento de Cristo tan sencillo y profundo! Se queda con nosotros mediante el signo de pan y de vino, lo cual sabemos que es comida y bebida para nuestro sustento espiritual.
¡De nosotros depende que aprovechemos esta comida espiritual! Es fuerza, es vida, y es algo común pero a la vez encierra el misterio divino que alimenta la parte espiritual de lo que somos.
No puede ser una opción sino algo necesario para nuestra vida. “Quien come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna y el que no come mi cuerpo y no bebe mi sangre no obtendrá vida eterna”.
Hermano: no dudes Cristo está presente en la Eucaristía como esta en el cielo… Que razón tuvo el papa San Juan Pablo II al afirmar que la Eucaristía reúne a la comunidad, la alimenta y es vital para su crecimiento.
¡Es esto lo característico del cristiano que tiene Fe!
“Comer el cuerpo de Cristo en cada Eucaristía y especialmente los domingos que son el día, en el cual todo mundo festeja y convive con su Dios, el Señor”.
¡Es un milagro, es un misterio, no hay duda!, pero es el mismo Jesús, el que nos invita a comerlo, ya que conoce nuestra debilidad y a la vez Él mismo es nuestra fortaleza.
Jesús te espera este jueves.
Pbro. José Medina Montoya
Casa San José
Reflexiones, Sacerdocio
¿Qué piensas del miércoles de ceniza?
Nos preguntamos: ¿Será un día negro como lo vivió la ciudad cosmopolita de Nueva York o el terremoto que vivimos los mexicanos en el año de 1985 o la masacre impactante que vivieron los parisinos?
No…de ningún modo. El miércoles de ceniza es un día especial en el cual el creyente con la imposición de la ceniza inicia un tiempo de conversión personal y comunitario, que le permite acompañar al Hijo de Dios en los últimos días de su vida terrena en su Pasión, Muerte y Resurrección, que conocemos como misterio Pascual.
¡En efecto, este tiempo de cuaresma nos da la oportunidad para reflexionar acerca de nuestra vida a la luz del Espíritu de Cristo, que se hizo hombre para iluminar nuestra vida!
Esto se puede lograr poniendo más empeño en la oración, en la participación de la Eucaristía dominical, en los retiros de Cuaresma o en las Horas Santas, buscando momentos muy personales para hablar con Dios, dialogar con Él y entender cuál es su voluntad.
Es pues, necesario hacer un alto en vida y ejercitar la introspección que nos ayuda a descubrir: ¡Quienes somos, qué sentido le damos a nuestra vida y hacia donde nos dirigimos!
Nos favorece el Año Jubilar de la Misericordia en el cual, Cristo nos espera en esta Cuaresma para hacer gala de su perdón, conscientes que su Misericordia no tiene límites.
A propósito de la toma de ceniza, es bueno recordar QUE LA CENIZA: no es algo mágico; no es vanidad, ni persunción, no es costumbre o tradición, no es preludio de algo malo, si no la recibo.
El verdadero sentido de la ceniza es:
-Un signo que nos recuerda a Jesús, que dice: «si quieres ser mi discípulo toma tu cruz de cada día y sígueme»
-Un signo que nos permite reconocer nuestra realidad: “Eres polvo y al polvo te has de convertir”
-Un signo que nos habla de lo breve que es la vida: “Setenta u ochenta años parecen un suspiro”
-Un signo que nos une a la vida Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo: “Si habéis parecido con Él también con Él Resucitareis”.
-Un signo que nos recuerda la esperanza del más allá, que el Señor promete: “Pasa Siervo bueno y fiel, pasa al banquete de tu Señor”.
-Un signo que nos exhorta a seguir luchando para vencer el mal y realizar el bien: “El demonio ronda como un León rugiente buscando a quien devorar”.
Es un signo de arrepentimiento, que nos lleva a creer en el Evangelio, que es la Buena Noticia del Reino.
Atenta invitación: en las misas de los domingos y Horas Santas de los jueves de Cuaresma, se reflexionará acerca de la belleza de la Vida Cristiana a la luz de la vida, Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, Hombre – Dios
Pbro. José Medina Montoya
Casa San José
Reflexiones
El Bautismo de Jesús
Entendemos que el bautizo es el primero de los sacramentos. Es la base de la vida cristiana.
Este domingo con ocasión del Hijo de Dios, nos preguntamos: ¿por qué Jesús tuvo que bautizarse si Él no cometió pecado? Sabemos que es el Justo por excelencia, que asumió nuestra naturaleza humana, que se hizo semejante a nosotros en todo menos en el pecado; entonces, ¿por qué empieza su vida pública bautizándose en el rio Jordán en manos de Juan, el Bautista?
Hay algo que tal vez no hemos entendido: con el bautismo se nos borra el pecado original u otros pecados, pero también se nos sella con la identidad de hijos de Dios….
Jesucristo no era conocido; iba a iniciar su ministerio y por lógica necesitaba darse a conocer revelando su identidad como Hijo de Dios para que respondieran a su llamado.
Ahora bien, los fenómenos naturales y espirituales que se hacen visibles en el rio Jordán, no son otra cosa, sino la clara manifestación de que: “Jesucristo es el Ungido y el único Hijo del Padre, entrañablemente amado por Él, a quien se le confió la difícil misión de la Redención”.
Esta identidad que el Salvador hace ver es la misma identidad que Jesús con su Pasión, Muerte y Resurrección ha ganado para nosotros.
En efecto, por el bautismo somos hijos de Dios, hermanos de Jesucristo, templo del Espíritu Santo, miembros de la Iglesia, Coherederos de Cristo e inmortales.
Esta es pues, nuestra verdadera identidad de personas amadas y salvadas por Dios.
Es la ciudad de Antioquia, donde se conoce a los seguidores de Jesús con el “nombre de cristianos”. Por tanto, un cristiano sin cruz no puede ser seguidor de Jesús, que dijo: “El que quiera ser mi discípulo que tome su cruz cada día y que me siga”. El cristiano está llamado a vivir aquello que su Maestro le enseñó con su ejemplo”.
¡Vivir la hermosa vocación de hijos de Dios, es hacer vida los ejemplos que el Nazareno nos dejó, es guardar los mandamientos, es obedecer al Espíritu Santo que nos fortalece en la lucha y nos hace gustar las victorias de la vida. Es vivir en la comunidad como iglesia, apoyándonos mutuamente y exhortándonos al bien. Es convertirnos en apóstoles como Cristo, lo es de su Padre!
¿A caso no es fascinante la vida del cristiano? Es cierto, los desafíos de hoy nos obligan a un mayor empeño, pero todo es posible con la gracia de Dios que siempre nos acompaña y la comunidad católica que nos anima.
Pbro. José Medina Montoya
Casa San José
Reflexiones
El Señor viene y ¿tú estás preparado?
Nuestra Iglesia, esposa de Cristo y administradora de todas las gracias que el Señor nos ha prodigado nos previene para que estemos preparados para cuando el Señor, justo juez, regrese a la tierra.
Por lo tanto, es necesario tomar en serio su venida.
Vale la pena pues cerrar la página de nuestra vida, cuestionándonos:
-¿En qué medida aprovechamos el año jubilar?
-¿Abrimos nuestro corazón y nuestra persona a la misericordia que nuestro Señor nos ofrece?
-¿Reconocimos con sinceridad nuestra condición de pecadores esperando la misericordia del Señor y cambiando nuestra vida de pecadores en personas justas?
– De hoy en adelante, ¿las obras de misericordia que hemos vivido principalmente en este año forman parte de nuestra vida ordinaria recordando el Evangelio?: “Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzaran misericordia”
Recuerda algo muy bello para ti y para mí que el Señor “Se alegra más de un pecador que se arrepiente que por los 99 que no necesitan arrepentirse”…
Te deseo que Jesús reine profundamente en tu vida y en la vida de los tuyos.
Pbro. José Medina Montoya
Casa San José
Reflexiones
“Pobre de mí, si no doy a conocer el amor de Dios”
San Pablo 1 Corintios 9:16
En la actualidad exigimos derechos, pero no mencionamos obligaciones y sabemos que todo derecho tiene una obligación.
En nuestra vida religiosa el Señor ha sido tan grande con nosotros que nos ha hecho sus hijos y por lo tanto tenemos la obligación de amarlo con todo el corazón y amar a nuestros semejantes como Cristo nos enseñó.
Recordemos que el anhelo de nuestro Padre Dios es que disfrutemos de su compañía a tal grado que Él sea prioridad en nuestra vida y este amor lo hagamos extensivo a nuestra familia, amigos y vecinos.
El apóstol San Pablo conoció al Señor, experimentó su amor y lo dio a conocer a los paganos, a ese mundo ausente de Dios y su frase la tradujo en: ¡Hay de mi si no Evangelizo! ¡Pobre de mí si no doy a conocer el amor del Padre!
Nuestra Iglesia Católica cada año recuerda nuestra misión con la solemnidad del domingo a favor de las misiones. Sí, todo bautizado, toda familia católica debe ser misionera es decir está llamada a experimentar el amor de Dios y a llevar el mensaje de salvación a todo hombre.
Jesús es el ejemplo vivo de misionero que salió del seno del Padre y trajo la Buena Nueva de Salvación a la humanidad.
Siguiendo el ejemplo de Jesús recordamos a San Pablo y a los santos que desde su carisma nos hicieron ver el amor de Dios especialmente a los pecadores para que se conviertan.
Por lo tanto, nuestra comunidad católica es un pueblo eminentemente misionero llamado a participar siempre en esta tarea.
En hora buena hay algunos de nuestros hermanos que se nos han adelantado en el cumplimiento de este sagrado deber testimoniando el amor de Dios en tierras lejanas. Estos son los misioneros (as), laicos y familias completas que como Jesús se han hecho uno con los habitantes de sus pueblos.
La Sagrada Escritura nos dice que el Señor Jesús antes de subir al cielo llamó a sus apóstoles y les recordó lo que él siempre vivió: “Vayan y prediquen el Evangelio a toda creatura bautizándola en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo haciendo vida el amor que yo les he enseñado”, para que todo mundo entienda, que por amor, el Padre nos crea, el Hijo nos redime y el Espíritu Santo nos acompaña en nuestro peregrinar hacia la casa del Padre.
Esta es pues nuestra principal tarea: orar continuamente por la salvación de nuestros hermanos, como base de todo apostolado y hacer discípulo de Jesús a todas las gentes. (Mt 28-19).
Pbro. José Medina Montoya
Casa San José
Reflexiones
¿Habrá en la tierra algo más noble que la oración?
Reflexionando acerca del tema de la oración, el Señor nos dice: “pide y se te dará; toca y se te abrirá; buscas y encontrarás”
Dios nos invita a la oración, es decir a la relación y comunión con la Divinidad de un modo claro, esperanzador y coloquial.
En otra parte de los Evangelios el Señor abiertamente nos dice ¿Qué quieres que haga por ti?
¿Habrá un lenguaje tan directo de amor en estas expresiones del Señor para nosotros, sus hermanos?
El Señor nos exhorta a orar con perseverancia y para que no nos quede la menor duda nos da un ejemplo (Lc 18: 1-8) de aquel hombre que en una hora inoportuna pide ayuda al hombre que está en su casa descansando con sus hijos, el cual le responde que no hará nada por él y por su familia. Pero debido a su insistencia, le concede lo que le pide.
Y la parábola comenta: ¿Como Dios no hará algo por ti, cuando le pides tu salud material y espiritual o los bienes interiores de los tuyos?
Es curioso, el hombre pide muchos favores a Dios, pero no le pide lo más importante, que consiste en ser un hombre de bien y aprovecha todo lo que el Señor le ha proporcionado para crecer como persona y familia.
Veamos algún aspecto de la oración personal y comunitaria:
La oración no es sólo rezar para pedir favores materiales.
La oración no es un desahogó, desesperación o llanto
La oración no es traer una lista de necesidades y ponerlos en el altar
La oración no es usar de los santos para obtener favores.
En cambio: la oración es una actitud que nace de la admiración de cómo Dios se preocupa por nosotros.
Nos escucha, habla a nuestro interior, nos consuela y a su debido tiempo nos concede lo que pedimos si es para nuestro bien.
– La oración es dejarnos cuestionar por Dios con respecto a nuestra vida; nos corrige los errores y aprueba lo que está bien para animarnos a seguir creciendo.
– La oración es cantar, bendecir y alabar lo que Dios hace por nosotros, por la naturaleza, por los campos de la ciencia y la tecnología. Es reconocer el potencial que traemos para ponerlo en las manos de Dios y realizar el bien.
– La oración es aprovechar los libros, los folletos impresos de oraciones que hemos aprendidos de niños y darle el sentido de comunión con Dios y con los santos, valiéndonos del ejemplo de los mismos para ser mejores personas.
– Pero la oración por excelencia es la Eucaristía, a través de la cual entregamos nuestra vida al Creador, por medio de Cristo nuestro mediador y en Él, depositamos nuestra vida en el altar, para que junto con Cristo seamos víctimas que se ofrece por la humanidad. Además, la Eucaristía no es sólo una oración personal sino la oración más bella comunitaria ya que somos el pueblo de Dios que alaba y con humildad pide perdón y promete aprovechar la fuerza del espíritu para realizar la fraternidad de la familia de Cristo en la tierra.
Te deseo que seas un hombre de oración, siguiendo el ejemplo de san Agustín el cual decía; el que reza se salva.