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 ¿Días de oración, ayuno, abstinencia o vacación??

Se dice que la Semana Santa, llamada “semana mayor” del año, por los últimos días de Jesús, es una semana especial en la cual cada persona o familia de acuerdo a su Fe le da el sentido que le acomode.

Algunos la viven más apegados a la oración, guardando el ayuno y la abstinencia del viernes santo y participando  en los oficios de la parroquia.

Otros la viven descansando en una playa o lugar de turismo, obvio como compensación al trabajo o esfuerzo realizado.

Unos terceros, presumiendo ser discípulos de Jesús, se adentran en el Misterio Pascual, que les permite descubrir el corazón de Dios, que tanto ama al mundo y que les ha entregado a su propio Hijo, como justificación de sus pecados.

En efecto: nuestro Padre Dios, Creador y Señor del universo y del hombre, una vez que constata el pecado y las incongruencias de su criatura, no lo castiga, sino que le envía a su propio Hijo para que, jugando el papel de Redentor pague el precio del pecado y con su vida de hombre, le muestre el verdadero sentido de la vida, en las penas y alegrías y en el vasto campo de la vida común.

El Padre y el Hijo no contentos con su obra de reparación y entrega, envían a la tierra al Espíritu Santo,  espíritu de fortaleza, ciencia y sentido común para que, lo que enseñó  Jesús, el Salvador, no caiga en saco roto, sino que lo aproveche y al estilo de Jesús sea  hombre de bien, viviendo intensamente la vida del espíritu y del cuerpo.

Los días de semana santa, pues, consisten en admirar y seguir a Jesús en los últimos momentos de su vida terrena.

Son el culmen de una vida austera y de ejemplo para todos los humanos. Son la riqueza espiritual de 33 años que vivió entre nosotros y con nosotros. Son la vida de un hombre serio, alegre y responsable que obedeciendo al Padre; cumple perfectamente sus mandatos y consejos, especialmente en ese gran amor a Dios y al prójimo.

El Domingo de Ramos es el inicio de estos últimos momentos, que nos introducen en el misterio del Hombre-Dios, que entra triunfante en Jerusalén para recibir los aplausos y honores merecidos, de su vida de servicio y amor; pero a la vez es el anuncio último de su Pasión,  Muerte y despedida de su vida de hombre.

En esta ocasión el evangelista San Lucas nos narra con detalle el relato de la Pasión del Señor, su Muerte y el destino último de su vida humana.

Y tiene detalles que no mencionan los otros evangelistas, como la bondad e inocencia de Jesús, que aparecen en los diálogos con Pilatos y otros.

¡No hay en la historia humana, otro Hombre como Él, que ame tanto al hombre como persona y en conjunto!

¡Siempre lo distinguen la misericordia, el perdón, la sencillez y la preocupación, para que  todo hombre conozca a su Padre y lo honre como Él merece!

¿Qué te dice esta semana?! ¿Cómo la deseas aprovechar?

Reza un refrán: amor, con amor se paga; ¿serás capaz de brindarle ese amor a Jesús, tu Salvador y Redentor?

Autor de la reflexión:

Pbro. José Medina Montoya

Residente de la casa Sacerdotal, 82 años de edad y 60 años de ordenado.

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