Reflexiones
La virtud de la gratitud te dignifica
¡No hay en la vida alguien tan noble como el niño(a)! de tal modo que cuando el papá, la mamá o ambos, escuchan la palabra GRACIAS que viene de los hijos, se sienten los más felices y a la vez motivados para continuar trabajando a favor de los hijos.
¿Qué opinas cuando Jesús, el Hijo de Dios, nos ve en la Santa Misa Dominical que él mismo instituyo, participando, agradeciendo, pidiendo perdón unidos como familia? ¿No será motivo de una grande alegría para Él?
Los seres espirituales son también personas y como tales piensan y sienten como nosotros.
Así pues como los padres de familia se sienten felices al constatar que los hijos son agradecidos; así Dios se muestra contento porque sus hijos que somos nosotros, nos mostramos agradecidos reconociendo su suma bondad.
¿De qué puede presumir el ser humano si todo lo ha recibido de lo ALTO?: inteligencia, sagacidad, belleza, bienes, cualidades, amistad, voluntad y discernimiento.
El ejemplo que narra san Lucas en el Evangelio (17:11-19) al descubrir la bondad de Jesús que curó de la lepra a diez personas y que sólo una de ellas volvió para agradecer tan notable gesto, que el mismo Jesús comentó:
¿Qué no eran diez los leprosos que sané? ¿Dónde están los otros nueve? Lo curioso es que el leproso agradecido era un samaritano.
La virtud de la gratitud es una de las virtudes de todas las etapas del ser humano y de todos los tiempos. Esta virtud nos habla de la nobleza, de la caridad de la persona, sobre todo en nuestro caso que hemos sido tan favorecidos por parte de Dios. ¡Cómo nos ama el Señor! ¡Cómo nos llena de bendiciones! Nuestras personas son enriquecidas con tantas dadivas.
En verdad no lo merecemos pero Él nos lo regala por algo. Es para desarrollarlos, invertirlos para que crezcan nuestros hermanos y nosotros a la par con ellos.
En la Biblia en el Antiguo y Nuevo Testamento encontramos numerosos ejemplos de personajes que agradecen, valoran y que sirven al Creador, a la naturaleza y a sus semejantes.
Este Año Jubilar de la Misericordia que ya casi termina es la oportunidad para agradecer todo lo recibido compartiéndolo con nuestras familias y con nuestros conciudadanos.
Pbro. José Medina Montoya
Casa San José
Reflexiones
¿Un cristiano puede ser piedra de tropiezo o contradicción y a la vez fuente de paz?
A primera vista el enunciado del mensaje parece enigmático de entender, pero analizando la vida de Jesús resulta claro.
Efectivamente, Jesús desde el principio de su vida fue signo de contradicción, por ser el hombre íntegro y coherente:
– Siendo rico, nació y vivió en la pobreza.
– Ocultó su Divinidad y se mostró como un hombre normal.
– Fue fiel a su vocación y misión de Profeta, Sacerdote y Rey.
– En los milagros que realizó no le gustó que lo aclamaran.
– Se hizo pasar por el Siervo de Yahvé.
– Rechazó abiertamente el mal, el pecado y sin embargo tuvo misericordia al pecador.
– Fue el más generoso de los hombres, buscó apasionadamente la gloria del Padre.
– Sus predilectos fueron los pobres, los niños, los enfermos y los pecadores.
– Aceptó libremente el sufrimiento y murió en una cruz.
¿A caso todo esto no es un signo de contradicción?
La actitud del justo resulta molesto al malvado (Sal 68)
Ahora nosotros, sus discípulos, ¿por ventura no estamos llamados a repetir el mismo patrón?
El mismo Jesús en su vida pública nos exhorta a seguir su ejemplo muriendo a las cosas del mundo y siendo piedras de tropiezo, cuando dice: “Ustedes están en el mundo pero no son del mundo”. “Mi paz les dejó, mi paz les doy, pero no se la doy como la da el mundo”. “Si desean ser vistos como mis discípulos, ámense unos a otros como yo les he amado”. “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”. “Bienaventurados los que buscan la paz, pues serán llamados hijos de Dios”. (Mt 5,9).
¡Toda esta doctrina es ocasión para que el mundo nos critique y nos rechace!
Pero esto no tiene que preocuparnos mientras, nuestra lucha sea para extirpar el pecado y la maldad del mundo como realidad permanente.
Seamos como nuestro maestro, coherentes haciendo el bien y nuestra mayor recompensa será la compañía de la virtud de la paz la cual es uno de los frutos del Espíritu Santo. Ese Espíritu Santo enviado por el Padre y Jesucristo para atraer a la tierra el fuego divino que enciende los corazones en el amor a Dios y al prójimo y trabajando por romper con las injusticias y deshonestidad de vida.
¡Este año jubilar de la misericordia es propicio para el cambio de vida según el ejemplo y el Espíritu de Jesucristo!
Pbro. José Medina Montoya
Casa San José
Reflexiones
¿Eres el dueño de tu vida o el administrador de la misma?
Cuando tengo oportunidad de dialogar con jóvenes el tema obligado es la profesión y mi pregunta es: ¿qué relación tiene la profesión con tu vida?
¿A caso sientes que eres el dueño de tu vida o el administrador de la misma?
Administrar no es fácil, máxime cuando el contenido de la administración es tu propia vida o la de tu familia.
La iglesia, cuya tarea es revelarnos la vida de Jesús, nos hace verdaderos signos: que están íntimamente relacionados a la administración de la vida, a saber:
LA TÚNICA ( ropón que representa la pureza de vida, Isaías 1:16; 48-10) la amistad que el Señor nos ofrece y que debemos acrecentar día a día.
LA LUZ ( cirio, vela) como signo de vida que como misioneros debemos llevar a nuestros ambientes de familia y sociedad
¿Hace tanta falta la luz del Espíritu en nuestras vidas? El Señor en su Evangelio de un modo franco nos dice: “Yo soy la luz del mundo, el que me siga no andará en tinieblas (Mt 5:14).
Esta tarea no es fácil, con nuestras propias fuerzas; no podemos cumplir. Pero el Señor nos dice: “No tengas miedo, yo estoy contigo” (Mt 14,31 10:30).
Estrecha tu amistad con Él…. métete en su misma frecuencia y deja que su Espíritu llene tu vida…. Y te darás cuenta que es posible y que esta puede ser la experiencia más hermosa de tu vida.
Dios, como nos ha enseñado a su Hijo, es la prioridad de vida. Él es el dueño de nuestra vida y de nuestra familia, por lo tanto hay que estar en comunión con Él para captar lo que Él quiere de nosotros.
Con el fin de que esta reflexión llene a tu vida como discípulo de Jesús, te comparto alguna interrogante, esperando que te ayuden a tomar conciencia de tu papel de administrador de tu vida.
– ¿Estás convencido de que Dios es el dueño de tu vida y que tú solo eres el administrador de la misma?
– ¿Estás ubicado como persona sabiendo de dónde vienes y a dónde vas y de tu importante rol de familia?
– ¿Dios es una realidad de familia para ti, la cual la tomas en serio o como el niño o el joven que chantajeas a sus padres?
– ¿Tu prioridad es la familia o sólo te vales de ella para pernotar, alimentarte y lograr tus metas?
– No dudo que la tecnología es un medio actual de comunicación y de prosperidad, pero la usas como medio o como fin y descuidas tus obligaciones.
¡Ojalá que ahora que gozas de salud y de vida puedas enmendar lo que no va de acuerdo a la administración de tu vida y de corazón te deseo crezcas en virtud y en amor al estilo de Jesús!
Pbro. José Medina Montoya
Casa San José
Reflexiones
¿Te has preguntado si tu vida depende de la abundancia de bienes o hay algo más que esto?
El Señor Jesús, Maestro de vida nos da una lección sabia y a la vez necesaria para nuestros tiempos.
En efecto, en este frenesí de adquirir cosas, bienes, dinero o aparatos y alcanzar metas, caemos en la tentación de acumular cosas, llegando en algún momento hasta debatirnos por ellas.
La mercadotecnia nos envuelve de tal modo que buscamos lo más sofisticado, pensando que con la adquisición de bienes alcanzamos ya la felicidad. Más aún la mercadotecnia toca las fibras más finas de la soberbia y vanidad, haciéndonos creer, que los bienes o dinero nos hacen más importantes ante las demás personas o familias. Entonces nos preguntamos: ¿Dónde está, pues, la persona, el ser, la identidad por la cual el Señor Jesús dio su vida por nosotros?
Más aún se siente que estamos al servicio de cosas y no las cosas al servicio de la persona.
Jesús nos propone algo mucho más grande que las cosas o bienes con un simple ejemplo; nos narra (Lc 12:13-21) “un hombre rico obtuvo una gran cosecha y se puso a pensar: ¿Qué haré porque no tengo ya en donde almacenar la cosecha? Ya sé lo que voy hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podre decirme: ya tienes bienes acumulados para muchos años: descansa, come, bebe y date a la buena vida. Pero Dios le dijo. ¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes? Lo mismo le pasa al que le amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios”.
¿Qué te parece? ¿Es correcto lo que Jesús nos comenta aun cuando sea diferente a lo que vivimos? ¿Crees que vale la pena releer este texto para descubrir el más allá? Reza un dicho latino: para algo más importante has nacido.
Busca, pues la riqueza espiritual para tu persona y familia y recuerda que donde está tu tesoro allí está tu corazón y ten en cuenta que las cosas son solo herramientas y buscan quien las maneje. ¡Con agrado te comparto!
Pbro. José Medina Montoya
Casa San José