La caridad cubre la multitud de los pecados

¡Este es el primer día del triduo Pascual, día de grandes novedades!

Efectivamente, Jesús que conoce su vida de hombre, sabe que ha llegado el final, solo le resta su pasión, muerte  y resurrección.

Para ello, prepara una cena con  sus amigos, aquellos para quienes no tuvo secreto alguno, todo se los revelo.

“A ustedes ya no les llamó siervos sino amigos porque todo lo que mi Padre me ha confiado, yo se lo he participado”.

Estando, pues en el momento álgido del convivio les ofrece algo que jamás hombre alguno puede ofrecer: “Bendice el pan y les dice: coman, esto es mi cuerpo y enseguida toma la copa de vino y les dice: esta es mi sangre, bébanla”.

Esto, háganlo cada vez que me deseen recordar, “pues mi cuerpo es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que coma mi cuerpo y beba mi sangre tendrá vida eterna”.

Y a continuación les dio este poder a sus apósteles para que esto que él realizó ellos lo efectúen de generación en generación.

¡Qué sentimiento de Cristo tan sencillo y profundo! Se queda con nosotros mediante el signo de pan y de vino, lo cual sabemos que es comida y bebida para nuestro sustento espiritual.

¡De nosotros depende que aprovechemos esta comida espiritual! Es fuerza, es vida, y es algo común pero a  la vez encierra el misterio divino que alimenta la parte  espiritual de lo que somos.

No puede ser una opción sino algo necesario para nuestra vida. “Quien come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna y el que no come mi cuerpo y no bebe mi sangre no obtendrá vida eterna”.
Hermano: no dudes Cristo está presente en la Eucaristía como esta en el cielo… Que razón tuvo el papa San Juan Pablo II al afirmar que la Eucaristía reúne a la comunidad, la    alimenta y es vital para su crecimiento.

¡Es esto lo característico del cristiano que tiene Fe!

“Comer el cuerpo de Cristo en cada Eucaristía y especialmente los domingos que son el día, en el cual todo mundo festeja y convive con su Dios, el Señor”.

¡Es un milagro, es un misterio, no hay duda!, pero es el mismo Jesús, el que nos invita a comerlo, ya que conoce nuestra debilidad y a  la vez Él mismo es nuestra fortaleza.

Jesús te espera este jueves.

 

 

Pbro. José Medina Montoya

Casa San José

 

 

 

 

 

 

 

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